domingo, 12 de noviembre de 2006

Mi amigo el de las castañas



Los que me conocen saben el tiempo que soy capaz de pasar en el monte admirando embobado la cosa más insignificante, insignificante para los que no tienen la capacidad de prestarle la atención que se merece. En estos rincones del monte a veces te aguardan momentos inesperados que muy contadas personas podrán vivir, creo que es el caso de lo que os voy a contar:

Me dicen, con disgusto, de que están abriendo una pista junto al río para sacar los pinos que van a cortar ( ver tema anterior). Aunque ya era de noche cogí el coche para ver la desfeita ; el camino era corto y aunque ya no había luz y una húmeda niebla lo envolvía todo decidí llevar la cámara de fotos preparada, bien a mano. Lo habitual cuando llevas la cámara a punto es que no llegues a usarla (ya alguién enunció unas leyes sobre esto) , pero esta vez iba a ser diferente: A unos quinientos metros del río que hace frontera entre Cedeira y Cariño vi un par de bultos debajo de un castaño, eran, como no, unos jóvenes jabalíes dándose un banquete con las castañas. Paré el coche a una distancia prudente para que no se espantaran y desde el coche saqué unas fotos, penosas. Seguí acercándome con el coche hasta que fui capaz de conseguir una foto en la se pudiera identificar lo que allí había. Cuando ya tenía alguna presentable decidí arriesgarme a bajar del coche con intención de conseguir fotos más cercanas. Hice unas cuantas, los animales parecián confiados y tranquilos, más que yo, que temía la aparición de la madre en cualquier momento. Yo seguía allí, de pie, mirando como cenaban; empecé a oir los ronquidos de la madre y me iba a subir al coche cuando el más atrevido (el otro se fue con su madre) , sin dejar de prestarle atención a las castañas, se acercó a mí, y, ahora viene el momento para recordar, tanto que hasta llegó a tocarme las piernas olfateándome. Me quedé inmovil, sin saber como reaccionar, no me atreví a tocarle por si se asustaba. Pasados unos segundos me atreví a hacerle una foto y con el destello del flash se alejó unos pasos, para luego irse lentamente hacia donde sonaban las llamadas de su madre.

Subí al coche y me fui, con la alegría de saber que había vivido un momento que mucha gente ni tan siquiera se imagina.

La próxima vez que alguién ya aburrido de oir mis historias me diga "tus amigos los jabalís" yo sabré que ciertamente es así.

2 comentarios:

  1. Hola Juan, estoy completamente de acuerdo contigo sobre lo que dices de que la mayoria de la gente no ve estas cosas pq no tiene capacidad de verlas, y es que yo aprendí hace unos años (gracias a una persona muy especial)que muchas veces vamos por la naturaleza como quién va por una calle de una ciudad, sin darnos cuenta de que nos estamos perdiendo cosas maravillosas unicamente por no saber observar la naturaleza, pero no creo que sea conscientemente, yo creo que mucha gente no tiene ni idea de lo que hay ahi afuera, y que podemos ver cono solo "mirar".
    Felicidades, por ser consciente de la suerte que tienes.

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  2. Qué bonita experiencia!
    Yo he visto jabalíes, corzos, zorros...pero nunca tan, tan ,tan cerca, tiene que ser fascinante.

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