viernes, 13 de julio de 2012

¿Y si volvemos al campo?



Crisis, paro, hipotecas,  bancos, crisis, primas de riesgo, rescates, impuestos…son las palabras más repetidas en cualquier periódico o informativo desde hace una buena temporada.  Yo, al menos, ya he dejado de hacerles caso, porque no hace falta que me recuerden lo que veo a diario en la calle. Me da igual quienes sean los culpables (bueno, no me da igual, pero eso no está en mi mano) de todo esto, tampoco creo que haya una receta mágica que lo solucione de un día para otro, es más, me da la impresión de que vivimos en un sistema piramidal basado en cuentas ficticias destinado a reventar periódicamente, pero eso también se escapa de mis entendimientos. Bajemos a la tierra, en el sentido literal de las palabras.


Hasta hora, y desde hace siglos hemos estado gobernados por las consideradas élites de la sociedad, todas tienen en común el ser de origen urbano, de ciudad, con un desconocimiento, y habitual desprecio, hacia el campo y todo lo que tenga que ver con el trabajo en la tierra, algo que le han contagiado a los mismos trabajadores y gente de a pie, que llegó a opinar lo mismo y cuya mayor aspiración en la vida era convertirse en una de esas élites urbanas. Era imposible que un labrador, campesino, aldeano o  como queramos llamarle llegase a algo en la política, primero por formación, pues era casi imposible que accedieran e estudios medios o superiores que le abrieran puertas en un mundo más allá del campo, y luego por la propia sociedad , que aún hoy alberga un menosprecio hacia la gente del campo, y por el propio complejo de ellos mismos. 
Pero esto, gracias al esfuerzo de muchos está cambiando, estamos ante la primera generación de personas del campo que ha tenido un acceso generalizado (que no regalado) a una educación superior, como antes solo tenían las familias “bien” de la ciudad, y es la oportunidad de perder los complejos, de ocupar el sitio que les corresponde para tomar las decisiones que les incumben, sin avergonzarse de los orígenes, más bien al contrario. Ocupar ese sitio que le corresponde a la gente del campo tiene que servir para que cambien o mejoren algunas cosas. Hacerse hueco en asociaciones, administración o en la política tiene que servir para que las cosas que le afectan al campo sean también pensadas e decididas por gente del campo, con conocimiento real de los problemas y no por gente de la ciudad que en muchas ocasiones la visión que tiene es la de un parque temático para ir el fin de semana, sí, la gente del campo en la política es muy importante, porque se puede ser  de izquierda o derechas (si es que esta división sigue siendo válida) pero del campo, y a mucha honra.


No hace mucho, decían en la necrológica de un político que entre sus méritos estaba el haberse encontrado con un país eminentemente agrícola y ganadero y haberlo dejado como un país de industria y servicios ¿Y eso es bueno? Decían que se trataba de una agricultura de subsistencia, arcaica y sin modernizar. Claro que trabajar de camarero 10 o 12 horas al día por 700 euros no es economía de subsistencia, sí que hemos mejorado, sí.


Y esa industria y esos servicios son los que ahora se tambalean, mucha gente pende de un hilo y sin paracaídas ¿o si? Pues puede ser, yo veo el paracaídas en el campo. Muchos ya no lo tienen, consiguieron un puesto de soldador en algún astillero o de dependiente en algún comercio y ya no quisieron saber nada del campo, en cuanto los padres se jubilaron o fallecieron vendieron las tierras las plantaron de eucaliptos,  y ya no vuelven por allí en 20 años. Ahora ese puesto de soldador o ese comercio están a punto de desaparecer (y no me alegro de ello), la hipoteca del piso de la ciudad a medio pagar y a ver que hacemos…Pues si, volver al campo, los que puedan.


“El campo es muy sacrificado y no da un duro” lo dice todo el mundo,  ¿es verdad? seguramente, pero en la misma medida que cualquiera de los trabajos urbanos que he citado antes.

No hay una solución única, y no todo el mundo puede vivir del campo, porque no hay campo para todos, pero si para muchos, tampoco como fuente de ingresos única o principal, pero muchos podrán tenerlo como un complemento que ayude a vivir más desahogado, y cuando aquí no tengamos ni para pagar las importaciones de comida de países en supuestas vías de desarrollo habrá que tirar de la producción propia para alimentarse.Todos conocemos casos de gente con una casa de aldea y la malvendieron o dejaron caer para hipotecarse a 30 años en un piso a 20 min de distancia; por mucho menos dinero arreglarían esa casa, y creedme, vivirían mejor. Todos esos nombres modernos de conciliación de la vida familiar en el campo lleva haciéndose toda la vida. Atender tus cosechas y tu ganado a la vez que te permite cuidar de tus padres o de tus hijos, de ese modo no habría que llevar una vida tan desnatutalizada como la que nos están obligando a llevar actualmente. Y es que puede que sea verdad que hay cosas más importantes que el dinero...


2 comentarios:

  1. Se agradece ver que blogueas otra vez. No puedo estar más de acuerdo. Aún naciendo y viviendo en ciudades con la edad reparas en la importancia del agro. Y ahora más que nunca
    Un saludo y a seguir ;)

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